Hazte a la idea, los FAP o filtros antipartículas llegarán muy pronto a los motores gasolina para cumplir la misma misión que ya realizan en los motores diésel desde hace bastantes años. Los escándalos por trucaje de motores y manipulación de emisiones están acelerando la necesidad de fabricar motores más limpios y creíbles, y tras el cerco a los motores diésel es el turno de los motores gasolina como Mercedes-Benz y Volkswagen a la cabeza. Pero pongamos todas las cartas sobre la mesa, este movimiento que podría haberse hecho hace bastante tiempo, ¿Tenemos que entenderlo como una muestra de verdadera preocupación por nuestra salud, o como una maniobra más de marketing?
El problema de las partículas se conoce desde hace años, pero tan sólo se han limitado a cumplir con la normativa anticontaminación vigente
Con el anuncio de Mercedes-Benz entendimos que sería cuestión de días que más fabricantes se unieran a esta iniciativa por el bien de “nuestra salud”. Numerosos informes como el revelado por el TÜV Nord en Diciembre de 2013 descubrieron grandes aumentos en la emisión de partículas en motores gasolina modernos de inyección directa, un problema que generó bastante polémica, pero al que ningún fabricante respondió con medidas en pos de nuestro bienestar.
Esos mismos informes alertaban de que el aumento en la emisión de partículas, era un problema importante a corto y medio plazo dado el énfasis de los fabricantes por construir motores gasolina de inyección directa, sin interés alguno en poner remedio de ningún tipo al aumento en la emisión en partículas. Con un parque móvil haciendo uso de este tipo de motores en claro crecimiento, hablamos de un problema de salud de importante calado, sin embargo los fabricantes se han limitado hasta la fecha a cumplir con la normativa, ni más, ni menos.
Lo escabroso del asunto es