Desde el comienzo de su campaña política Donald Trump se ha granjeado no pocos enemigos. Su misoginia le ha enemistado con el género femenino, y su racismo ha levantado las iras de musulmanes e inmigrantes a partes iguales. Por algún motivo, la ha tomado con México, llegando a clamar públicamente que sólo los violadores y criminales mexicanos emigran a EE.UU. También ha arremetido duramente contra empresas estadounidenses con grandes inversiones en México, como Ford y en el caso de este artículo, General Motors.
México ha producido 3,4 millones de vehículos en 2015. Es el séptimo productor mundial de vehículos.
El discurso de Trump es populista, y apela a la población estadounidense menos culta y formada. “América es para los americanos” es un discurso ya pasado de moda, y en un mundo globalizado muchas empresas tienen inversiones extranjeras de las que obtienen pingües beneficios. Las tres grandes automovilísticas de Detroit construyen parte de sus vehículos en México y Canadá, aunque curiosamente Trump sólo critica las inversiones en México. Ford ya estuvo en el punto de mira de Trump hace unos meses, con amenazas incluidas.
El republicano ha amenazado con someter a las importaciones de vehículos construidos en México a un arancel del 35%, sin base legal y con un claro desconocimiento de los acuerdos NAFTA de libre comercio de bienes y capitales. Sea como fuere, es ahora General Motors la que está siendo bombardeada por Donald Trump. General Motors posee varias fábricas en México, y en 2014 anunció que invertiría un total de 5.000 millones de dólares en México, creando 5.600 nuevos puestos de trabajo hasta el año 2018. ´
Carrier también fabrica aparatos de aire acondicionado en México y también ha sido duramente criticado por el candidato presidencial.
Quizá a Donald Trump le moleste que algunas Chevrolet Silverado y superventas como el