El Citroën C6 es un coche del que me declaro absoluto fan. Una excelente berlina, cargada de personalidad y con tecnologías como la mejor suspensión hidroneumática jamás equipada en un Citroën. Fue uno de los últimos grandes Citroën, un directo heredero de aquellos fantásticos DS de los años 60 y 70. A nivel comercial el Citroën C6 nunca fue un éxito, y sólo se vendieron unas 23.000 unidades en los 7 años que estuvo a la venta. Lo que nos preguntamos es quién en su sano juicio pide 149.900 euros por una unidad. ¿Por qué ese precio?
Suspensión hidroneumática, aerodinámica activa, y una imagen única. El Citroën C6 es realmente irrepetible.
El coche se vende en Alemania, el país que inventó la especulación con clásicos a nivel europeo – junto a los ingleses. Concretamente lo vende un concesionario de Citroën en Berlín. Es de noviembre de 2012 y tiene sólamente 4.920 kilómetros en el odómetro. Además, está equipado con el motor 3.0 V6 HDi de 240 CV, el turbodiésel más potente de la historia de Citroën, que el C6 sólo ha compartido con el Citroën C5 durante unos años. El coche está prácticamente nuevo e impecable, pero de nuevo, 149.900 euros es mucho dinero.
El motivo es que este Citroën C6 es la última unidad fabricada por la marca. Una efeméride curiosa que añade valor al coche junto a su bajo kilometraje. Pero sus casi 150.000 euros son a todas luces excesivos: me podría comprar un Porsche 911 y un Ford Focus RS por el mismo dinero y acceder a una fuente infinita de diversión automovilística. O un Mercedes-AMG GT S, si hablamos de un sólo coche. Mucho me temo que nadie pagará semejante suma de dinero por este Citroën C6, por muy especial que sea. Quizá Citroën pagase un tercio de