Ya sabemos que Mazda nada contracorriente a la hora de diseñar motores con la tecnología SKYACTIV, y hoy probamos otra de esas iniciativas que ha emprendido Mazda para hacer que un sencillo motor diésel de 1,5 litros sea tan válido para enamorados del diésel como para fanáticos del gasolina. Tras incorporarse a los Mazda 2 y Mazda CX-3, probamos el nuevo motor 1.5 SKYACTIV-D de 105 CV en el Mazda 3. Lo hemos probado, analizado y puesto contra las cuerdas y éstas han sido nuestras conclusiones.
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Navegar contracorriente tiene sus ventajas, pero sin lugar a dudas es una filosofía sumamente arriesgada. Así, en la actualidad Mazda es la viva encarnación de hacer las cosas de forma diferente para ofrecer un mismo resultado, una filosofía técnica que aplica a sus productos, y especialmente a sus motores. Mientras toda la industria automovilística apuesta por el downsizing en los motores gasolina, ellos invierten más para mejorar los atmosféricos. Del mismo modo, si la tendencia en los diésel es reducir sus emisiones a base de motores cada vez más complejos y tecnológicos, en Mazda han tomado un camino muy interesante que habla de bajas relaciones de compresión, mucha optimización y el cumplimiento de las normativas anticontaminación más exigentes sin requerir ningún tipo de sistema NOx-Trap o SCR con AdBlue para neutralizar las tan de moda emisiones NOx.
¿Cómo ha diseñado Mazda su motor 1.5 SKYACTIV D?
El motor 1.5 SKYACTIV-D cumple la Euro 6 sin necesitar complejos y caros sistemas anticontaminación
Pero centrémonos en el 1.5 SKYACTIV-D. Este motor es uno de los grandes esperados en la gama Mazda 3, ya que por su potencia de 105 CV y un consumo homologado de 3,8 l/100 Km (NEDC), es una opción segura a la hora de comprar un coche por su relación precio/consumos/prestaciones.