A la hora de ponerse al volante de un modelo nuevo uno no sólo está deseando los más deportivos o espectaculares. También resulta muy interesante descubrir otras novedades, como los superventas, esos modelos que por diversas razones acaban en el garaje de un gran número de consumidores, como es el caso del Renault Mégane, que en su cuarta generación promete ser mejor que nunca.
Líder del mercado durante años, este compacto francés es uno de los pilares de la compañía y, por supuesto, saben que han de apostar fuerte para mantener los buenos resultados que lleva décadas cosechando. Aunque ya lo probamos brevemente hace unos meses, hemos tenido ocasión de pasar más tiempo conduciéndolo en diferentes situaciones para descubrir todos sus secretos.
Con 28.890 unidades comercializadas en España durante el pasado año 2015, el Renault Mégane se situó en el quinto puesto de modelos más vendidos del mercado. Así pues, la nueva generación de este compacto tiene una difícil tarea por delante, aunque teniendo en cuenta el producto que tienen entre manos, es probable que seguir en el top no sea nada complicado.
Un gran paso adelante
Los diseños de Renault siempre han destacado por ser peculiares. Algo personales, quizá. O te encantan o no te gustan nada, y este Mégane cumple con esa norma. Su atrevida imagen es de las que o gusta mucho o no gusta nada, pero hay que reconocer que en vivo luce mucho mejor que en imágenes, coincidiendo con lo que ya dijo Héctor Ares cuando lo condujo por primera vez. En cualquier caso, la estética es tan subjetiva que no vamos a valorarla. Ya lo hará cada uno.
Donde gana y mucho con respecto a su predecesor es precisamente en el habitáculo, cuyo diseño, aunque sencillo y sin estar sobrecargado, es mucho más atractivo que antes (al menos