Conduzco un Audi RS3 negro por la autovía, dirección Sierra Nevada. Nuestro circuito particular y superlativo, situado en el sur de España. Es una maravilla jugar en casa, en una montaña desierta, con carreteras enrevesadas y exigentes, capaces de examinar a cualquier vehículo que se lance en ellas.
Por el espejo retrovisor asoma, bien pegadito, un BMW M3 de color gris. Es de los nuestros, con Sergio al volante. Al fondo, aún lejos, comienza a vislumbrarse la montaña.
Los nervios nos recorren a todo el equipo de Diariomotor. Un mensaje al móvil nos ha informado que el Mercedes-AMG GT S que nos va a acompañar en este roadtrip ya ha hecho el check-in en nuestro hotel de concentración. No me equivocaría al decir que todos estamos un poco ansiosos por conducirlo.
A más inri, David Clavero ha avisado de que aparecerá con un coche de más de 500 CV. Ha querido que su montura sea una sorpresa y eso ha dado pie a todo tipo de apuestas. Intuimos que será inglés: probablemente un Aston, un Bentley o un Jaguar… aunque no descartamos que aparezca aquí con todo un “cavallino”.
El Audi RS3 Sportback tiene una gran capacidad para devorar kilómetros con confort absoluto. Puede pasar totalmente desapercibido hasta que, el conductor de turno, decide aplastar el pedal del acelerador contra la alfombrilla. En ese momento, los 367 CV actúan como una estampida, postrándote violentamente contra el asiento, mientras los escapes emiten un bramido más fuerte que ningún otro coche del segmento que recuerde. La división deportiva de Audi ha hecho un trabajo magistral con los escapes deportivos de algo más de 1.000 euros. A primera vista, el RS3 justifica de sobra los 59.000 euros que cuesta por estatus y deportividad.
Cuando llegamos al hotel de Sierra Nevada, descubrimos el Mercedes-AMG GT S aparcado