Cuando Porsche lanzó en 1986 el impresionante 959, no había ningún superdeportivo comparable en el mercado. Aunque el Ferrari F40 sería lanzado un año después y sería considerado su rival acérrimo, lo cierto es que el Porsche 959 no tuvo rival durante años. Era un laboratorio con ruedas, una oda a la innovación en forma de superdeportivo. Ningún coche en los ochenta era tan avanzado como el Porsche 959, que cambiaría para siempre a los de Zuffenhausen. Estas 15 curiosidades cambiarán tu visión sobre este oráculo del superdeportivo moderno.
1) Desarrollado como un coche de rallyes del Grupo B
El Porsche 959 de calle era un pretexto. Debían producirse para poder homologar un Porsche 959 de rallyes, que competiría en el Grupo B. El proyecto fue dirigido por Helmuth Bott, que convenció a las altas esferas de Porsche de la viabilidad del programa de competición. Recibió carta blanca para un desarrollo que jamás llegó a entrar en carrera: el Grupo B fue prohibido por la FIA antes de que lograran entrar en competición. Un Porsche 959 preparado para competiciones off-road se alzó con la victoria en el París-Dakar de 1986.
2) Obsesión por la velocidad
Cuando Porsche desarrollaba el 959, su objetivo era fabricar el coche más rápido del mundo. Partiendo del chasis del Porsche 930 Turbo – con idéntica batalla y cotas – diseñaron un enorme kit de carrocería de kevlar y poliuretano, diseñado para posibilitar un mayor ancho de vías y un coeficiente aerodinámico sin igual: 0,31. El Ferrari F40 tenía un coeficiente de 0,34, y era considerado excepcional en este aspecto. La contrapartida a un coeficiente de penetración tan bajo era una escasa carga aerodinámica.
3) Un motor de carreras civilizado
En vez de desarrollar un motor desde cero, Porsche aprovechó su experiencia en motorsport para desarrollar un motor de altas prestaciones