Llegamos este fin de semana a otro de esos trazados con mucha historia en el Campeonato del Mundo de Fórmula particularmente y en el automovilismo en general. Además de aeródromo de la RAF para la II Guerra Mundial y pista de automovilismo en el que hemos visto todo tipo de categorías de circuitos, Silverstone también tuvo su parte de protagonismo en el WRC, justo al final de una de las etapas más bonitas de la disciplina, la década de los noventa.
Era una época en la que los británicos tenían un gran peso en el WRC, justo antes de que Peugeot y Citroën sembrarán su reino de terror que sólo se vio su fin con la llegada en 2013 de Volkswagen (también con un galo al frente). El Rally RAC, muy propenso a tener superespeciales cortas y ratoneras denominadas Mickey Mouse en su recorrido daba una vuelta de tuerca más para la edición de 1997 incluyendo varios tramos por un circuito de tierra y asfalto realizado en el que sin duda era territorio Fórmula 1.
Ni cortos ni perezosos, los organizadores de la prueba fabricaron con la ayuda de Roger Clark una superespecial mixta muy cerca de la curva de Stowe (y utilizando los viales de acceso y parte del interior de Silverstone) a la que los pilotos saldrían por parejas para completar los casi dos kilómetros de recorrido en el que se incluían un pequeño salto (similar al de México, Suecia o Finlandia) y un paso de agua al que los participantes llegaban prácticamente a fondo y en el que los WRC/Grupo A llegaban al tope de sus suspensiones (con reglajes de asfalto) y rebotaban como si de una piedra tirada a un lago se tratara.
Aquella primera SSS apenas duró una hora en la edición de 1997, pero fue retransmitida íntegramente por