Uno de los modelos más utilizados y valorados a la hora de crear un Hot Rod es el Ford T. Para los más puristas es un auténtico sacrilegio modificar un vehículo como éste, pero hay gustos para todo.

Dentro de los Ford T convertidos en Hot Rod aquí tenemos uno muy especial, no sólo por su estilo ancho y bajo (muy ancho y muy bajo, hasta se ha reducido la altura de la parte acristalada de la carrocería), también por un apartado mecánico en el que tropezamos con cuatro turbocompresores.

Así es, este Ford T de 1923 monta un propulsor Chevrolet que parece ser que se quedaba escaso de potencia para su preparador y le añadió ni más ni menos que cuatro turbos. No declara la potencia obtenida, pero no parece muy apetecible buscar los límites al volante de este cacharro.

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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.

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