Los que vimos el estreno de la primera entrega de «Regreso al futuro» en el cine o de la primera aparición de KITT en la tele, todavía nos cuesta acostumbrarnos a que Honda no nos deje con la boca abierta cada vez que saca un nuevo modelo. Aunque sea injusto, siempre tenemos grandes expectativas. La empresa que puso en pie Sohichiro Honda nos acostumbró a cosas como el sistema V-TEC, 4WS o el SH-AWD.
Fue también Honda que, con el NSX, echó un jarro de fría realidad al establishment europeo de los superdeportivos. Y por supuesto están las versiones Type R que durante tantos años no pudimos disfrutar en Europa hasta que a finales de los 90 llegó el Integra Type R y en 2001 el Civic Type R de segunda generación (fabricado en el Reino Unido). Hoy, probamos el nuevo Honda Civic Type R, el primero de los Honda deportivos con motor sobrealimentado. E inmediatamente no puedo evitar preguntarme: ¿Estará a la altura de nuestras expectativas? ¿Es realmente el último representante de los GTi de la vieja escuela?
Soy un deportivo y lo asumo
¿Qué tienen en común los Volkswagen Golf R, SEAT Leon Cupra, BMW M135i y -hasta cierto punto- Renault Mégane RS? Aparte de unas potencias que se acercan o superan los 300 CV, tienen una estética de lo más discreta. Vale, algunos más que otros, pero a veces cuesta diferenciar un Leon Cupra de un Leon FR. Y el caso del Volkswagen Golf R es aún más flagrante: ¿Qué pasó con la bestialidad original del Golf R32?
Todos han adoptado una estética conservadora, consensuada y discreta. Para los fans es una pena, pero para el cliente de este tipo de coches es la excusa perfecta para poder comprarlo. Y de este modo, por ejemplo, no tiene que llegar a