El monovolumen ha muerto. Eso quieren decirnos todos los fabricantes de crossovers y SUVs. Y en parte es cierto: estos vehículos han devorado una gran parte del espacio ocupado en el mercado por las berlinas tradicionales y los monovolúmenes tradicionales. ¿Tienen aún argumentos de peso los coches como el Volkswagen Touran frente a los crossover? Para comprobarlo hemos puesto a prueba durante casi dos semanas a un Volkswagen Touran equipado con un motor 1.6 TDI de 115 CV y acabado Advance, posiblemente la combinación más vendida de la gama.
La segunda generación del Volkswagen Touran se construye sobre la plataforma MQB modular del Grupo Volkswagen.
Lo dejo claro desde el principio. El diseño del Volkswagen Touran no emociona. Al menos no en el caso de nuestra unidad, de color marrón oscuro y equipada con unas discretas llantas de 16 pulgadas. No puede decirse lo mismo de las espectaculares unidades dotadas con llantas de 18 pulgadas, acabados deportivos y llamativa pintura de color azul metalizado. Como la que posiblemente habréis visto en anuncios de televisión y prensa. Nuestra unidad de pruebas es más realista en esta ocasión, no tan equipada como otros vehículos de prueba.
Este Volkswagen Touran hereda el diseño frontal de la familia Golf y Passat, combinándolo con unas ópticas cuyos LEDs diurnos son el máximo punto de diferenciación con otros Volkswagen. Su aspecto es armónico, dentro de lo excesivamente sensato y cuadriculado que es este monovolumen. No es una queja la enorme superficie acristalada del coche, que da más sensación de espacio interior y posibilita una mejor visibilidad hacia atrás. Realmente es un coche como pocos quedan en el mercado, donde forma aún sigue a función.
Siete plazas de serie
Es casi 20 cm más largo que el Volkswagen Golf Sportsvan, que podría considerarse una versión compacta del Touran.
Aunque el Volkswagen