Venga, va, que hoy arrancan los Juegos Olímpicos de Río 2016 y alguna referencia tenemos que tener en Diariomotor Competición. Y mejor que un artículo de opinión sobre si los deportes de motor deberían ser olímpicos o aquellos pilotos que lo han sido (sí, todos le deseamos lo mejor a Nasser Al-Attiyah, pero como me dijeron en petit comité unos días el piloto olímpico más célebre es Bruce Jenner, que para eso fue campeón y ganó unas 12 horas de Sebring) me parece repasar aquellas ocasiones en las que los Juegos sí se acordaron del automovilismo.
Una sola vez se han disputado carreras en el marco de unos Juegos Olímpicos y aún hoy se discute sobre si se puede considerar que fueron pruebas olímpicas de pleno derecho. Más bien no, de hecho. En los primeros Juegos modernos se incluían pruebas sin ton ni son y se entremezclaban exposiciones universales e internacionales con pruebas deportivas. Así, en París 1900 aparecen pruebas como la París-Toulouse-París, entre cuyos vencedores se encuentra Louis Renault, o pruebas de resistencia para todo tipo de vehículos motorizados. ¿Fue un deporte olímpico? Puf. Sólo diré que de esos mismos Juegos Olímpicos al COI le costó más de un siglo reconocer las medallas que España obtuvo en pelota vasca. Y entre medias este deporte incluso volvió a hacer un cameo como exhibición en Barcelona 1992.
Más recientes son dos apariciones curiosas en dos ceremonias de apertura, aunque de Juegos de invierno. En Turín 2006, en la ciudad de los Agnelli, la presencia del coche era obligada y se produjo a través de Luca Badoer, que en un Ferrari sin publicidad hizo unos trompos como podéis ver en el vídeo que dejo debajo. En él también aparece Montezemolo, que ahora trabaja para la candidatura olímpica de Roma 2024. Cuatro años más tarde

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