La ingeniería inversa se usa habitualmente en la industria automovilística, aunque parezca hoy en día una práctica a la que sólo un fabricante chino o indio recurriera. Además del benchmarking de productos de la competencia, los fabricantes de automóviles compran de forma anónima vehículos rivales para analizar meticulosamente cómo han sido construidos. Tras descubrir que Honda usó un Porsche 911 GT3 y un McLaren MP4-12C, recibimos la noticia de un Ferrari 458 Italia “fallecido en combate”.
La ingeniería inversa no está limitada a marcas low-cost de origen indio o chino, en contra de lo que se pueda pensar.
El superdeportivo italiano de motor central fue inicialmente comprado para realizar pruebas comparativas de comportamiento con el resto de rivales del – entonces aún nonato – Honda NSX. Los ingenieros de Honda quedaron gratamente impresionados con su comportamiento, hasta el punto de que decidieron averiguar los entresijos de su puesta a punto. Desmontaron el coche al completo para analizar especialmente su estructura de aluminio, arquitectura que comparte con el nuevo Honda NSX.
Según cita Autocar, los ingenieros de Honda quedaron profundamente enamorados de la ingeniería del italiano, especialmente de su chasis. Las malas noticias son que el pobre Ferrari quedó completamente destruido en este proceso de “deconstrucción”, como diría algún cocinero moderno. Según la publicación británica, algunas piezas aún permanecen en poder de Honda para referencia y quizá alguna futura evolución de su superdeportivo híbrido. Quizá de aquí ha salido el motor de cierto Toyota GT 86 de altos vuelos.
Hace unas semanas os contábamos la historia del Porsche 911 GT3 que Honda usó como benchmark dinámico del NSX. El mismo del que Porsche descubrió quién era su propietario, dejándoles un jocoso mensaje oculto en su motor. McLaren nunca llegó a averiguar quién era el dueño de aquél MP4-12C que había alcanzado su