Hace aproximadamente año y medio, la marca alemana presentaba su nuevo vehículo para realizar las funciones de “coche de seguridad” en el Campeonato del Mundo de Motociclismo, el BMW M4 MotoGP Safety Car. Además de todo el sistema de radio, luces y vinilos específicos para desarrollar la función, el BMW M4 contaba con un sistema bastante llamativo para mejorar la eficiencia del 6 cilindros en línea con sobrealimentación: la inyección de agua.
Uno de los factores que limitan las prestaciones de un motor es la alta temperatura interna del propulsor. Si en la cámara de combustión (antes de que el combustible y el aire ardan) hay una elevada temperatura, es posible que la mezcla entre aire y combustible explote de forma incontrolada y antes de tiempo, pudiendo producir diversos daños en las piezas del motor debido al picado de bielas. Hoy en día gracias a la electrónica y a la posibilidad de variar los tiempos y momentos de la inyección, es poco probable que lleguen a ocurrir daños internos.
Sin embargo, aunque la inyección controlada de forma electrónica se encargue de evitar esa explosión no deseada del combustible, seguimos sin poder inyectar la cantidad de combustible en el momento adecuado donde una combustión daría más rendimiento porque las altas temperaturas siguen estando ahí. Este problema es aún mayor en los motores con sobrealimentación, ya que al comprimir el aire para “meter” más cantidad se calienta, por lo que la temperatura en la cámara de combustión es muy alta antes de que se produzca la explosión.
La solución que el BMW M4 MotoGP Safety Car presentaba era pulverizar una pequeña cantidad de agua en el colector de admisión a través de unos inyectores. Con esto se consigue reducir parcialmente las altas temperaturas, por lo que se puede retrasar el momento de inyección y obtener