Pocas fueron las grandes marcas que se atrevieron a lanzar al mercado un shooting brake de serie. Y es que resulta complicado combinar las prioridades de un cupé, ya sea más o menos deportivo (estilo, dinámica de conducción), con las prioridades de un station wagon (capacidad de carga y volumen de carga). Sólo una adinerada minoría le podía ver sentido.
La política de las marcas, en ese sentido, era proponer el shooting brake como un coche familiar o profesional (Opel, Toyota) o bien como un auténtico deportivo. En esta mirada al pasado no están todos los que son, ni son tods los que están, como se suele decir. Hoy, sólo los deportivos han alcanzado el estatus de icono del automóvil.
BMW Z3 M Coupé
El BMW Z3 Coupé es quizá el coche de petrolhead por excelencia. Es tan raro y único -de hecho, no debería de haber existido- que desde el primer día se ha ganado un hueco en el garaje soñado de casi todo amante de los coches. Habitualmente, el trío premium alemán renueva sus coches de forma previsible y casi siempre en función de lo que hacen los otros dos rivales: BMW Serie 3/Mercedes Clase C/Audi A4, Mercedes Clase E/BMW Serie 5/Audi A6 y así seguido. El Z3 M Coupé, presentado en el Salón de Fráncfort de 1997, nunca tuvo rival.
Y es que el Z3 M Coupé fue desarrollado por un grupo de ingenieros de BMW M en sus horas extras y consiguieron convencer a los dirigentes de BMW de fabricarlo en serie y venderlo. Y no fue una tarea fácil. Básicamente, convencieron a la dirección de BMW de vender lo que podría ser el Cobra europeo: 6 cilindros en línea de 321 CV (325 CV a partir de 2001), cambio manual, y exceptuando el ABS obligatorio con nada