Desde el principio de su campaña política, Donald Trump ha usado a Ford como ejemplo de comportamiento anti-americano. ¿Por qué? Apelando a su base más conservadora y menos educada, afirma que Ford está llevándose trabajos de Estados Unidos a México. Ya sabéis que México es el enemigo de Donald Trump, ese país que “sólo envía narcotraficantes y violadores a Estados Unidos”. Además, es cómplice de Ford en la pérdida de trabajos americanos. Todas estas afirmaciones son una clara falacia, que Ford se ha apresurado en desmentir.
Ford y los empleos del sector automovilístico volvieron a ser un tema candente en el primer debate electoral.
Para empezar, Donald Trump, adalid del sueño americano, el béisbol y la tarta de manzana, debería hacer algo de memoria. Ford fue la única de las “Big Three” que no necesitó un rescate federal tras la crisis de 2008. A punto estuvo de quebrar, pero gracias a una buena gestión y una ofensiva de nuevos productos, se consiguió salvar de la bancarrota. En 2015, obtuvo un beneficio neto de unos 8.500 millones de dólares. Para Trump, que se precia de ser un gran empresario – aunque sea todo lo contrario – debería ser motivo de elogio.
Pero Trump ha usado a Ford como arma arrojadiza política desde el anuncio de su candidatura a Presidente de los Estados Unidos. En el primer debate electoral de la campaña, cara a cara contra Hillary Clinton, el fabricante de coches volvió a sufrir las iras de “The Donald”. Hasta el momento Ford ha mantenido la boca cerrada: para una gran empresa la neutralidad política es vital, ¿cuántos seguidores de Trump serán fieles compradores de Ford? Pero ante los repetidos ataques, Ford ha tenido que mojarse públicamente.
Trump fue rebatido por Ford y la United Auto Workers a través de Twitter.
Trump acusa