Hace justo ahora un año que hablamos por primera vez del Peugeot 3008, un SUV sorprendente que viene desde las galias dispuesto a marcar un antes y un después con un lenguaje y una forma de comunicación no verbal con el conductor y sus acompañantes que evoluciona de manera ostensible con lo visto hasta la fecha en la marca del león.
Acabamos de llegar de Bolonia de probar el nuevo 3008 por las preciosas carreteras de la región de Emilia-Romagna, y nos hemos encontrado con un SUV del segmento C ciertamente curioso. Resulta ligero, ágil, espacioso y, sobre todo, es una experiencia sensorial ponerse tras el nuevo i-Cockpit. Todo un salto generacional acertado y razonable a partes iguales.
Esta es la nueva cara del león
No podemos decir que en Peugeot no se la hayan jugado esta vez con el diseño del 3008. El paso adelante generacional entre el modelo anterior y el nuevo es más notable de lo que todos nos esperábamos antes de la presentación del nuevo modelo y recibe ahora una imagen mucho más robusta, dinámica y compacta que antes. Tres características que le harán venderse mejor como SUV.
Empezando por delante, las líneas del frente son las que determinan el resto de la figura del 3008. Un recio morro cortado casi en vertical contrasta con las formas de sus elementos definitorios. La gran parrilla central cóncava, las enormes tomas de aire y los faros sesgados aportan una presencia fuerte pero sin ser recargada.
El capó es casi horizontal, recibiendo unas prominentes nervaduras en los laterales y prolongando sus líneas desde los LED de los faros delanteros pasando por los perfiles laterales, marco inferior de las ventanillas y muriendo de forma sólo interrumpida por la cintura antes de llegar a los faros traseros.
La zaga también es un rasgo definitorio de este 3008,