La actual generación del Renault Megane ha conseguido renovar el espíritu del modelo original, y pese a que lleva a la venta apenas unos meses, ya ha conquistado los corazones de medio mundo gracias a un diseño que rompe con las generaciones anteriores. Tras el lanzamiento de la variante compacta, es el momento de probar la carrocería familiar, que intenta atraer con el corazón además de la razón.
La primera generación del Megane con carrocería familiar se lanzó al mercado en 1999. Por aquel entonces su nombre sólo hacía referencia a su condición de vehículo práctico -Megane Break-, y su intención era la de ofrecer una alternativa de gran capacidad interior sin necesidad de adquirir un vehículo de grandes dimensiones.
Sin embargo, poco a poco, y con el paso del tiempo y las generaciones, el tercer volumen del Megane se fue integrando en el diseño hasta llegar a nuestros días, con una carrocería mucho más atractiva y unas pretensiones -con ver el nombre es suficiente, Sport Tourer- mucho mayores. Así, la cuarta generación de la carrocería más familiar del Megane quiere convertirse en la alternativa de referencia en el segmento.
Un diseño más emocionante sin dejar de lado la identidad del modelo
El Sport Tourer es la tercera carrocería de la cuarta generación del Renault Megane. Se trata de la variante más práctica de cuantas versiones de Megane se construyen actualmente. El diseño, sin embargo, se ha tomado una vez más como pilar fundamental en la construcción de este modelo, de forma que el coche siga entrando por los ojos.
El frontal es calcado al del modelo compacto. Si miramos al coche de frente, no encontraremos la más mínima diferencia entre carrocerías, a excepción de las barras del techo. Se mantienen elementos que conforman la identidad del coche como los grupos ópticos con la firma