El robo de coches deportivos es algo que está a la orden del día y por desgracia es cada vez más habitual por mucho que se esfuercen los fabricantes en poner trabas a ello. Pero lo que nadie esperaba es que robar un Dodge Challenger SRT Hellcat o un Dodge Charger SRT Hellcat fuera tan difícil, y es que el sello más radical de Dodge se ha convertido en la quimera de muchos ladrones, algo así como una relación amor-odio como la que protagonizó Memphis Raines con Eleanor en 60 Segundos.
Antes de robar un Hellcat tendrás que estar muy seguro de que serás capaz de domarlo
Todos sabemos ya a estas alturas que a Dodge y su división SRT se les fue algo la mano a la hora de desarrollar las versiones Hellcat, y es que hablar de una berlina de 717 CV y un Muscle Car de 717 CV es decir mucho. Los Dodge Challenger SRT Hellcat y Dodge Charger SRT Hellcat son dos “deportivos” cuyo corazón es un motor 6.2 V8 Supercharged con nada menos que 717 CV dispuestos a pulverizar a cualquier coche que se enfrente a ellos en el cuarto de milla.
El éxito de los Hellcat es rotundo y Dodge ha vendido y sigue vendiendo francamente bien estos modelos, por ese mismo motivo no es de extrañar que los Hellcat se hayan convertido en el objetivo de muchos ladrones en EE.UU. ¿El problema? Los Hellcat se han convertido en una leyenda negra entre los ladrones, y es que la mayoría de sus intentos de robo termina en graves accidentes que dejan inútil el coche, consiguiendo además que la policía les acabe pillando. Cualquiera no puede domar un Hellcat, y por eso cualquiera no puede robarlo y pretender salir airoso de una persecución donde esos 717 CV exigen