Se acerca la Navidad y, con ella, algunas que otras comidas y cenas con la empresa, amigos, compañeros de clase y con la propia familia. En estas citas a la mayoría nos apetece tomarnos también una copa de vino, una cervecita o una copa, por no hablar de salir de marcha después de la cena en buena compañía. No debería ser necesario decir que, tras tomar alguna de estas sustancias alcohólicas, la vuelta a casa mejor hacerla en autobús, en taxi o que conduzca algún acompañante que no haya bebido, pero mejor recordarlo.
Habiendo hecho las cosas bien, y regresando a nuestro domicilio sin habernos puesto al volante después de unas cuantas horas de jolgorio, te sonará aquella sensación de desgana, horrible sabor de boca, nauseas, sed, falta de apetito, pocas fuerzas y ganas de no hacer absolutamente nada: la temida resaca. No nos olvidemos de haber dormido pocas horas y, claramente, haber descansado mucho menos. Aunque a la mañana siguiente podamos “tener limpia de alcohol” nuestra sangre, la resaca afecta en gran medida a nuestros reflejos y atención a la hora de conducir.
Ford ha encargado al Instituto Meyer-Hentschel de Alemania un traje que simule la resaca; “el traje de conducción con resaca”, lo han denominado. Con un peso total de 17 kilos, consta de un chaleco, pesas para muñecas y tobillos, gorra, gafas y auriculares; que simulan los síntomas antes descritos de la resaca, es decir, fatiga, mareos, sensación de cabeza palpitante y dificultad para concentrarse.
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Richard Stephens, profesor de Psicología de la Universidad Keele del Reino Unido, investigador de alcohol experto en la resaca, declara que “Muy a menudo, la gente no se da cuenta hasta qué grado la resaca afecta a las habilidades principales para hacer cualquier cosa”, asegura el profesor Stephens. Y es que, aunque no se supere