Holden es la única firma de coches que quedaba con ADN cien por cien australiano. Cuando General Motors la adquirió en 1931 siguió conservando gran parte de su independencia, sin embargo las economías de escala mandan y ahora acaba de cerrar la que era su última fábrica en activo en el país. De las lineas de producción de Port Melbourne ha salido en estos días el último bloque V6 tras 80 años de funcionamiento ininterrumpidos.
Sus puertas se abrieron en el año 1936 y en sus líneas se han construido motores a gran escala desde el año 1948. Los bloques que ha fabricado Holden han sido de cuatro, seis y ocho cilíndros tanto para su consumo como para otras marcas de General Motors. En total se han fabricado más de 10 millones de motores, los cuales han sido exportados a todos los países en los que una marca del grupo estaba presente.
A Port Melbourne se le echara el candado de forma definitiva a finales del próximo año, cuando el actual Commodore sea llevado desde las líneas de montaje de Opel en Alemania (será una versión remarcada del próximo Insignia). Mientras tanto los operarios que quedan en la planta se encargarán de realizar los últimos Commodore que saldrán de la fábrica. Además, también llevarán a cabo las tareas oportunas para abastecerse de los recambios necesarios para que la marca pueda seguir prestando su garantía oficial en el país.
Lo peor de esta situación son los despidos que la marca va a llevar a cabo. General Motors y Holden han prescindido de 175 trabajadores, que serán recompensados por su trabajo con una gratificación salarial extra. Tras ellos gran parte de la industria auxiliar y de componentes del país irá cerrando sus puertas y perdiendo puestos de trabajo. Las primeras estimaciones lo cifran en unas