Las víctimas en las carreteras de toda Europa se han visto considerablemente reducidas en los últimos años. Las mejores infraestructuras y medidas de seguridad de las vías, así como la notable evolución de los vehículos y sus sistemas de seguridad, permiten que las cifras de fallecidos, por suerte, cada vez sean menores. Pese a ello, hay que seguir luchando porque se reduzcan al mínimo posible.
Para hacernos una idea de esta reducción, en 1990 morían 76.650 personas en carreteras europeas, mientras que en 2009 el dato era de 35.360 y en 2015 de 26.120 fallecidos. Sin duda la mejora de nuestras carreteras habrá tenido mucho que ver, pero más aún las medidas de seguridad activa y pasiva de nuestros coches, con sistemas como los ABS y ESP de seguridad activa, o los Airbags y las carrocerías de deformación programada en el caso de la seguridad pasiva.
Ahora parece que hay un leve estancamiento, por lo que la Comisión Europea ha elaborado unos planes para que ciertas medidas de seguridad de nuestros coches se comercialicen obligatoriamente en todos los vehículos nuevos; es decir, que no solo puedan disfrutarlos aquellos que se lo puedan permitir económicamente hablando, sino que te compres el coche que te compres cuentes con ello.
Dos de las propuestas son muy interesantes, aunque a decir verdad unamás que otra. La más importante de todas es el sistema de frenada de emergencia autónoma. En caso de detectar que nos acercamos velozmente al vehículo que nos precede (o que se encuentra parado delante de nosotros), el sistema de frenada de emergencia suele avisarnos de la situación y, si en unos instantes no hemos reaccionado, aplicará de forma autónoma una potente fuerza de frenado; evitando el choque por alcance o reduciendo considerablemente las consecuencias.
Por otro lado está la asistencia del mantenimiento de carril. Existen