En muchas ocasiones hablamos de coches de culto. Son coches que, por una razón o por otra, han enamorado a millones de personas en todo el mundo. Normalmente no tiene por qué ser un vehículo rápido en circuito, sino que en la mayoría de los casos son coches relativamente asequibles que por alguna razón entran en los corazones de los más apasionados del mundo del motor. Uno de esos modelos podría ser el Honda Civic, el Subaru Impreza, el Volkswagen Golf o el Mitsubishi Lancer.
Mitsubishi lleva años en una dura “pelea” con Subaru. Ambas marcas han competido en muchas disciplinas del automovilismo, tanto en competiciones amateurs como profesionales, con dos modelos similares, del mismo estilo. Nos referimos a los Subaru Impreza y Mitsubishi Lancer. Por desgracia, los costes de estos vehículos hoy en día no son asumibles por cualquiera y la competencia europea ha sacado productos tan rápido como ellos, aunque prácticamente huérfanos de sensaciones.
Las ventas de estos coches para ir “de tramo” así como las restricciones ecológicas complican las tareas a los fabricantes. Pero no solo nos referimos a las versiones de más altas prestaciones, también a sus variantes más racionales. No son modelos que vivan del gran volumen de ventas, al menos en estos días donde los SUV no paran de crecer y crecer. Precisamente Mitsubishi ha planeado una fuerte apuesta en este segmento en el que próximamente incorporarán un nuevo integrante. Un segmento que conoce y se le está dando bastante bien con los Mitsubishi ASX y Outlander.
El mercado ya no demanda berlinas de tres volúmenes como hace algo más de una década, y quienes lo demandan directamente se van a las tres marcas Premium. Esta situación ha herido fuertemente a marcas generalistas y de poco volumen, que han visto como para seguir con vida se deben