El sector del automóvil en Estados Unidos tiene por delante un largo recorrido para adaptarse a las ideas que Donald Trump tiene en su mente. Los principales fabricantes del país ya están alineando su estrategia empresarial para “en parte” darle gusto a su presidente y por otra parte para que las cuentas no se desboquen. Con esta premisa en la mente de los dirigentes de FCA, General Motors y Ford Motor ya están trabajando para convertir a Estados Unidos en su centro de operaciones principal.
General Motors tiene en el continente americano (en todo su conjunto) su principal mercado y además de contentar a Trump también ha de alegrar a otros países. Por ello ha decidido trasladar parte de la producción del Chevrolet Equinox de su actual fábrica de CAMI en Ingersoll (Ontario, Canadá) a alguna de las que tienen en México. Esta medida traerá consigo una bajada de la capacidad productiva de la fábrica y con ella el despido de unos 600 empleados y la duda sobre el futuro de esta fábrica.
La decisión de General Motors está siendo muy comentada en el país puesto que las informaciones sobre su razón de ser son contradictorias. Por una parte, Unifor Local 88 (el sindicato mayoritario de la planta) habla de que la decisión se ha tomado sólo y exclusivamente teniendo en cuenta criterios económicos. La razón que ellos dan es que los trabajadores de México cobran mucho menos y por tanto el beneficio de la empresa será mucho mayor.
Por otra parte, la versión de los hechos de General Motors es diferente. Según la firma, la decisión de trasladar la producción de este modelo a México se ha debido a la caída en ventas del modelo. Cierto es que en el pasado año 2016 las ventas de la Chevrolet Equinox cayeron un 13 por ciento