El Mercedes 300 SL original causó todo un revuelo mediático en los años 50. Conocido por todos como el Mercedes “alas de gaviota” o “Gullwing”, el Mercedes 300 SL aparecía por primera vez allá por 1954. La marca de la estrella no esperaba un resultado tan espectacular como el que finalmente obtuvo y seguro que tampoco pensaban que varias décadas más tarde fuera considerado una auténtica obra maestra en el campo de la automoción.
El caso es que, tras la gran acogida del modelo coupé, en el Salón de Ginebra de 1957 presentaba una variante descapotable bajo la denominación Mercedes 300 SL Roadster. Dependiendo de los gustos, unos prefieren la variante descubierta y otros la cerrada, pero lo cierto es que poca gente puede decir hoy en día que no les gustaría tener en su garaje ninguna de los dos versiones del original 300 SL.
Cuentan los rumores que el Roadster fue diseñado y comercializado por la gran aceptación del modelo cerrado, del que se comercializaron 1.400 unidades y de las cuales 800 fueron adquiridas por clientes estadounidenses. Los americanos tenían muchas ganas de una variante descapotable y Mercedes se lanzó al desarrollo del 300 SL Roadster. Esto obligó a suprimir las famosas puertas de apertura vertical y a aumentar el peso en 120 kilos para obtener una rigidez aceptable.
Menos radical, más suave y más elegante que el coupé, la variante descapotable seguía utilizando el propulsor 3 litros con 6 cilindros en línea e inyección mecánica directa de combustible firmada por Bosch (uno de los primeros motores de coche en utilizar la inyección directa). Este propulsor rendía una potencia de 215 CV, lo que era una cifra muy alta para la época, pudiendo alcanzar velocidades superiores a los 200 km/h.
El Mercedes 300 SL Roadster recibió varias actualizaciones durante su comercialización, finalizando en