En el año 1973 había dejado de producirse el Volvo 1800ES, y en el catálogo de Volvo había quedado un hueco importante, el de un producto aspiracional y de corte deportivo. Un producto que para la marca era muy importante, especialmente por sus intereses en el extranjero, y en mercados como Estados Unidos. De ahí que Volvo se pusiera manos a la obra y empezara a pensar en un coupé de lujo. Pero la verdadera historia del Volvo 262 Coupé, el Volvo italiano, dicen que comenzó con una anécdota, con una visita de Henry Ford II a la fábrica de Volvo a mediados de los años setenta. La comitiva de Henry Ford II, en la que estaba presente su Lincoln Continental Mark IV, dejó atónitos a los empleados de la marca sueca, y a los vecinos de la zona. Tal fue el interés que generó el Continental Mark IV que Volvo decidió inspirarse en él para crear un nuevo coupé.
Dicen que la verdadera inspiración del Volvo 262 Coupé, para convertirse en un coupé de lujo, fue el Lincoln Continental Mark IV
Así las cosas, Volvo comenzó a trabajar en un proyecto de un coupé de lujo de bajo volumen, que a posteriori desde esa perspectiva sería todo un éxito. El jefe de diseño de la marca, Jan Wilsgaard, comenzó a dibujar los primeros bocetos de este modelo, pero no llegó a plasmar su idea en un modelo a escala de barro, como viene siendo habitual en el proceso de diseño de un automóvil.
En su lugar, Wilsgaard tomó un Volvo 164 que originalmente se utilizó como prototipo para probar nuevos interiores y se trasladó hasta el diseñador Sergio Coggiola en Turín, que transformaría ese sedán en cuatro puertas en un coupé de dos puertas con un techo más bajo y estilizado.
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