Tras la durísima pretemporada vivida por McLaren este 2017, las expectativas del Gran Premio de Australia de este fin de semana estaban bajo mínimos. No en vano el MCL32 había dado apenas diez vueltas seguidas en los test de Barcelona. A pesar de ello, Fernando Alonso exprimió al máximo su “naranja” y logró realizar una actuación más que digna. Se mantuvo en posición de puntos hasta que problemas en la suspensión le dejaron fuera de carrera a falta de pocas vueltas del final, tras caer fuera del top ten.
Después de una sesión clasificatoria en la que Fernando Alonso conseguía llegar hasta la décimo tercera posición, esta se convirtió en duodécima tras los problemas de Daniel Ricciardo antes de arrancar. Una buena salida permitió que el asturiano superara a Nico Hülkenberg, llegando a un undécimo puesto que se convirtió en décimo con el abandono de Romain Grosjean. Aunque fuera con la ayuda de problemas ajenos, ver a un McLaren en décima posición y luchando por puntuar era una sorpresa, sobre todo teniendo en cuenta el rendimiento de Stoffel Vandoorne.
El piloto belga nunca estuvo cerca de un Fernando Alonso que tras terminar el Gran Premio afirmó haber realizado la mejor actuación de su vida. Lo cierto es que con un coche que probablemente sea la novena máquina en ritmo -y cabe preguntarse si un Sauber con motor 2017 podría estar delante también-, Alonso estuvo gran parte de las 57 vueltas en décimo puesto. Parecía que el bicampeón iba camino a lograr un punto en la primera cita del año pero por detrás venían Esteban Ocon y Nico Hülkenberg con un ritmo bastante más rápido y con hambre de puntos.
Precisamente entre Ocon, Hülkenberg y un Alonso sin posibilidad de defenderse protagonizaron una de las imágenes más espectaculares del Gran Premio. El francés, tras largas