Veinte años, aunque parezca que no, son muchos. Parece ayer cuando Mercedes-Benz presentaba el NAFA Concept y eso fue en 1981 (no había ni nacido yo) pero fue la primera semilla del que hoy es su modelo más vendido. Aquel modelo tenía una forma casi de caja, pareciéndose mucho al Smart ForTwo que lanzaría Daimler AG años después gracias al acuerdo que firmo con el relojero suizo Swatch
Tras este avance, llegó el Mercedes-Benz Vision A 93 y con él la firma de la estrella avisaba de que estaban preparando algo para el segmento compacto. Sin embargo, no fue hasta el Salón del Automóvil de Ginebra del año 1997, que Mercedes no presentó de forma oficial al Clase A. Este coche suponía la entrada de la casa alemana en un segmento en donde nunca antes había estado y por tanto se convertía de facto en rival para todas las firmas generalistas que ya lo poblaban (junto con Audi y su A3).
Aquel Clase A parecía una caja de sorpresas pues su plataforma y habitáculo eran dignas de elogio. Como muestra decir que los asientos tenían hasta 72 configuraciones diferentes. La primera generación se vendió con dos tipos de longitud de vías, haciendo que la variante más amplia (que llegó en el año 2001) se convirtiera en un salón rodante. Además, hay que recordar que la plataforma que le dio vida, estaba provista de un subsuelo tipo sándwich, en el que se podían integrar baterías o incluso tanques de hidrógeno para convertir al Clase A en un auténtico vehículo híbrido o eléctrico.
Sin embargo, para este modelo no todo fueron cosas buenas. Su diseño, a pesar de ser muy ingenioso no gustaba a muchas personas. Además, tuvo que soportar el ridículo de no superar la prueba del alce. No obstante, y a pesar de