Cuando Volkswagen decidió lanzar al mercado el Phateon nunca imaginaron que sería uno de los fracasos más sonados de su historia. El coche más lujoso jamás fabricado por la firma alemana se parecía (estéticamente) tanto a sus hermanos menores de gama que los clientes nunca se fijaron en él. Además, su precio no estaba en la horquilla que los clientes potenciales estaban dispuestos a pagar, pues por un poco más podían acceder a un Audi, BMW o Mercedes-Benz que les proporcionaba otro estatus social.
Su impulsor, Ferdinand Piëch, nunca admitió el error de lanzar el Phateon al mercado y dejó que el modelo y su legado se fuera diluyendo en la historia. Prueba de ello es que desapareció hace un año (más o menos) del mercado y casi nadie se acuerda de él. Sin embargo, parece que ha vuelto a la actualidad tras el cambio de rumbo que ha sufrido la estrategia global del Grupo Volkswagen por culpa del Dieselgate.
Como todos sabemos, el conglomerado alemán ha decidido apostar todo su futuro a los coches eléctricos y autónomos. Si Volkswagen (como marca) va a abanderar este cambio, necesita un súper coche eléctrico que deje a sus rivales en la cuneta. Con este planteamiento, debe lanzar un órdago lo suficientemente bueno como para que ningún rival se atreva (durante un tiempo) a comerle el terreno.
Por ello, en la cúpula directiva de Volkswagen habían pensado en resucitar al Phaeton pero con un nuevo alma, un alma eléctrica. Según Herbert Diess, director de Volkswagen, “estábamos bastante avanzados con el siguiente Phaeton, pero quedó claro que no era un salto lo suficientemente hacia adelante. Un sedán grande y moderno tiene que ser competitivo y tener una ventaja sobre el Tesla, que es el punto de referencia y en muchas regiones domina el segmento. Ahora, si volvemos allí –al segmento