El 25 de mayo de 1927 Clarenore Stinnes, una joven piloto de carreras alemana, dejaba Frankfurt al volante de su Adler Standard 6. No se dirigía al novísimo circuito de Nürburgring sino a una meta más lejana: al frente de un equipo de dos coches y 4 personas iba a afrontar la primera vuelta al mundo en automóvil. Stinnes empleó dos años en recorrer casi 50 000 km en los que cruzó Europa, Asia y América, atravesando Siberia en invierno, los desiertos andinos en verano y llegando a sitios donde nunca un automóvil lo había hecho. En esta semana se han cumplido 90 años del inicio de una de las mayores aventuras en coche de la historia.
Con la llegada de tecnologías como el avión y el automóvil la era de las grandes exploraciones entró en una etapa dorada que, al tiempo, anunciaba su final. Amundsen había llegado al Polo Sur en 1911 con sus perros, pero en 1914 Shackleton y la tripulación del rompehielos Endurance vivieron una epopeya al fracasar su intento de atravesar la Antártida por tierra; en 1924 Mallory e Irvine fallecían a pocos metros de la cima en su intento por ascender el Everest con oxígeno, pero tres años más tarde la aviación alcanzaba un hito con la travesía del Atlántico lograda por Lindbergh. En el ambiente de la época era cuestión de tiempo que alguien intentase la vuelta al mundo en coche, y Clarenore Stinnes decidió que iba a ser la primera. Que la iniciativa partiese de una mujer puede parecer chocante visto desde nuestros ojos, pero no lo era tanto en la década de 1920, en el que el empeño de Clare encaja con el de otras pioneras como Amelia Earhart, que sobrevolaba el Atlántico por primera vez en 1928. Stinnes se inscribió en varias carreras