Las cada vez más duras normas de anticontaminación han obligado a muchos fabricantes a recurrir a sistemas híbridos, a desarrollar productos eléctricos y a reducir las emisiones de sus coches utilizando propulsores de menor cilindrada añadiendo también sobrealimentación por turbo. Algunas marcas de superdeportivos parecen haberse mantenido al margen, pero no, también han tenido que comprometerse con el planeta y buscar nuevas soluciones.
Ferrari ha lanzado, en los últimos años, algún que otro modelo con propulsor sobrealimentado. Muchos lo han tildado de sacrilegio, aunque lo cierto es que uno de los coches más famosos y admirados de toda su historia ya equipaba un V8 con sobrealimentación; el mismísimo Ferrari F40. Hoy en día, el coche de mayor rendimiento de la marca del “cavallino rampante” es el Ferrari LaFerrari y, aunque no está sobrealimentado, es un modelo híbrido.
Ferrari quiere mantener los motores V12 atmosféricos a toda costa, y en estos últimos tiempos se ha rumoreado la posibilidad de recurrir a la sobrealimentación de estos bloques. Como en las marcas de coches más convencionales, el objetivo sería conseguir unas mayores prestaciones a la par que se reducen los consumos de combustible y las emisiones contaminantes expulsadas por el escape. En Ferrari lo tienen claro, no es una buena idea.
Según Sergio Marchionne, jefe de la marca italiana, “no habrá un V12 turbo de Ferrari”. “Nuestro jefe de mecánicas me dijo que sería una locura poner un turbo en un V12, por lo que la respuesta es no”. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la línea que la marca del cavallino seguirá está más relacionada con la hibridación que con la sobrealimentación.
El debutante en la propulsión híbrida fue el LaFerrari, aunque el objetivo principal de su hibridación no era el de una marca “normal y corriente” sino obtener un mayor rendimiento en pista. Marchionne