Ahora que a Toyota no acaba de irle del todo bien en sus aventuras del Campeonato del Mundo de Resistencia y que algunos echamos de menos tiempos pasados en los que la marca japonesa brillaba con fuerza, vamos a rescatar del baúl de los recuerdos al Toyota 222D. Y no, no es un coche diésel. Se trataba de un coche que no pasó de su fase de prototipo pero que prometía mucho.
Era 1986, el orgásmico Grupo B de rallies tenía los días contados y la categoría se iba a sustituir por el denominado Grupo S. Esta nueva reglamentación iba a reducir la salvajada mecánica de los Grupo B y sus brutales prestaciones pero antes de que entrase en vigor en el año 1987 la erradicación de estos prototipos con traje de calle se llevó por delante también a los Grupo S antes incluso de que hicieran su debut por considerarlos demasiado peligrosos.
Toyota 222D, el prometedor Grupo S que no llegó a nacer
Sin posibilidad alguna de llevar a la competición el coche en el que llevaban trabajando dos años, Toyota no tuvo más remedio que abandonar el proyecto
Después de estudiar concienzudamente el reglamento que iba a regir al futurible Grupo B, en Toyota decidieron que había mejores opciones que el Celica que hasta entonces estaba militando en el WRC. Recién estrenado en 1984, el pequeño Toyota MR2 representaba uno de los coches más divertidos de la época gracias a su pequeño tamaño, un peso contenido, el motor colocado en posición central y la tracción trasera. Una base fantástica para el desarrollo de un coche de competición.
Además, para colmo de la diversión, el chasis se había desarrollado en maridaje con Lotus, el especialista británico capaz de realizar coches endiabladamente rápidos sin la necesidad