2017 está siendo un año muy intenso para la firma alemana Opel. Su objetivo para este presente año es el de lanzar nada menos que siete modelos, aunque la noticia que más importancia ha tenido es la compra de la marca por parte de PSA a General Motors. Ambos fabricantes ya tenían algunos acuerdos de colaboración, habiendo desarrollado en conjunto los nuevos Opel Grandland X y Opel Crossland X, que comparten plataforma con varios modelos de PSA.
La marca mostraba, por vez primera, su Opel Crossland X a principios de año; aunque no fue hasta el mes de marzo cuando pudimos verlo, en vivo y en directo, durante la presentación estática a la prensa celebrada en Madrid. En aquella ocasión os hablamos de todos sus detalles, aunque no pudimos conducirlo y tampoco se sabían por aquel entonces sus tarifas para nuestro mercado. El caso es que ahora sí hemos podido ponernos a sus mandos, conduciéndolo por los alrededores de la fábrica Opel en Figueruelas, donde se produce junto a los Corsa y Mokka X.
Como ya os desglosamos todos los datos de este nuevo Opel Crossland X e hicimos un repaso a su diseño, habitabilidad y gadgets tecnológicos no queremos volver a repetirlo, por lo que vamos a pasar de puntillas en estos apartados mientras que nos centraremos en sus sensaciones de conducción.
Más espacioso de lo que aparenta por fuera
Sus dimensiones exteriores son de 4,21 metros de largo, por 1,76 de ancho y 1,6 de alto, contando con una distancia entre ejes de 2,6 metros. Son cotas de un modelo para el segmento B-SUV, una categoría que está creciendo a pasos agigantados y que cada vez tiene más integrantes. La lucha en este segmento de crossovers urbanos está siendo cada vez más intensa y dura.
De este modelo podemos destacar su habitabilidad, pues