La actual generación del Dodge Viper no ha sido el éxito de ventas que la firma americana y FCA esperaban. La radicalidad del modelo se ha visto superada por la de sus rivales y el no estar a la última les ha costado el fin de la producción. Además a esta situación también se une otra más compleja: el próximo día 1 de septiembre entra en vigor una nueva regulación en materia de seguridad y el modelo de la víbora no la puede cumplir. Con todo, plantear ahora mismo un sustituto es un movimiento que FCA no puede afrontar y por ello lo mejor es sacrificarlo.
El cese la producción del Dodge Viper no es algo que nos tome de nuevo, pues la firma americana lo comunicó de forma oficial el pasado año. Sin embargo, aún se esperaba que la planta desde la que sale, Conner Assembly, se mantuviera operativa para otro modelo de características similares. Esta situación no ha sido posible ya que el pasado 30 de junio la firma comunicó oficialmente que esperaba ser capaz de recolocar a los 80 trabajadores que hay en la planta en las otras que tiene el Grupo FCA.
Este centro productivo ha ensamblado los Dodge Viper desde hace más de 25 años (con algunas paradas) y a su vez es la instalación más pequeña (y quizá ineficiente) que tiene el Grupo FCA en el mundo. En ella, a día de hoy, la capacidad productiva real está muy por debajo de la instalada y por tanto es un centro que está infrautilizado con el consiguiente coste que ello conlleva. Por ello, con su cierre (no sabemos si definitivo) se aseguran una rebaja en sus costes fijos (a nivel estructural) y una mejora (mínima) en su balance contable al final del presente año.
El 31 de agosto