Cuando nos enteramos de que General Motors se desprendía de Opel, para vendérsela al Grupo PSA nos pareció que vivimos un déjà vu. La razón de esta sensación es por la situación que vivió la firma alemana cuando su matriz estaba al borde de la banca rota y a la vez estaba en negociaciones con Magna Steyr para vendérsela. Sin embargo, en esta ocasión el cuento parece que había acabado bien y la firma del rayo podría tener continuidad en el mercado bajo una nueva familia.
Todo está casi atado por parte de los responsables y máximos dirigentes de ambos grupos, pero no podíamos olvidar una cosa. Opel es alemana y el Grupo PSA es francés. Para los que no lo sepan, la Unión Europea, a través de la Comisión Europea, vela para que las empresas que se quieran fusionar (mediante venta o adquisición) no pongan en peligro las reglas del libre juego económico. Esto no es más que constatar que el Grupo PSA, una vez integre a Opel en su portfolio de firmas, no pueda aprovecharse de los consumidores europeos valiéndose de una posición dominante.
Desde que la transacción se anunciara en el pasado mes de marzo, los responsables de la Comisión Europea han estado estudiando los límites del acuerdo. Según la documentación aportada y los datos que conocemos, con este movimiento estratégico el Grupo PSA se convertirá en el segundo fabricante a nivel europeo y el primero de España. Sin embargo, parece ser que con el alcance de este estatus las reglas del juego seguirán tal como estaban hasta ahora.
Además, con la adquisición de Opel, el Grupo PSA también se hará cargo de su rama financiera. GM Financial Europe será absorbida por BNP Paribas Personal Finnace y Banque PSA Finance (participada a su vez en un 50 por ciento por el