Ya ha pasado más de un año desde que Mercedes-Benz tomase una decisión que es más importante de lo que parece, la de lanzar una gama Mercedes-AMG modesta, menos exclusiva y si me permites el adjetivo, incluso descafeinada. Hasta ahora, cuando abríamos el capó de un Mercedes-AMG – ya fuera un V8 o el cuatro cilindros de un Mercedes-AMG A 45 – no solo nos encontrábamos con el emblema AMG en la cubierta del motor, sino incluso una placa con la firma del técnico que había ensamblado el motor en Affalterbach, en los cuarteles de AMG. Pero entonces Mercedes tomó la decisión, con mucho sentido comercial de ampliar la gama Mercedes-AMG con los productos que hasta hace poco habíamos conocido como AMG Sport. Pero con ella también se marcharía la filosofía “un hombre, un motor”. Un acontecimiento que en cualquier caso no es ningún drama.
Estos días hemos estado probando precisamente uno de los últimos productos de esta nueva línea de Mercedes-AMG, un Mercedes-AMG C 43 Cabrio. Al abrir el capó nos encontramos con lo que puedes ver en la imagen a continuación, con el enorme bloque de un motor V6 Biturbo, oculto bajo una cubierta de plástico con la estrella de Mercedes-Benz. Pero ni rastro del emblema de AMG, y aún menos de la placa que nos recuerda a quién deberíamos pedir explicaciones si el motor muriera prematuramente por un problema de fabricación, cosa que ha de ser altamente improbable.
Se me hace raro. Bajo el capó del Mercedes-AMG C 43 Cabrio hay un buen V6. Pero no está ensamblado en Affalterbach y por un único operario, siguiendo la filosofía de “un hombre, un motor”, como era tradición en AMG (por @davidvillarreal) #mercedesamg
Una publicación compartida de Diariomotor (@diariomotor) el 11 de Jul de 2017 a la(s) 1:06 PDT
De hecho,