Dicen que nunca deberías conocer a tus ídolos. Lo que tu cabeza imaginaba, nunca se corresponderá con la realidad. Sí, es cierto, en la mayoría de veces te diría que tienen razón aquellos que lo dicen, pues de decepciones está lleno el mundo y no queremos más. Pero cuando hablamos de coches, para mí, todo cambia. Prefiero romperme el corazón que quedarme con esa espina clavada. La reinterpretación del deportivo ligero de Toyota me enamoró desde que pisó la Tierra. Un sentimiento que espero que continúe en su segunda edición. Las siguientes líneas tendrán un protagonista, y solo uno, pues estás a punto de empezar la prueba del Toyota GT86.
Bueno, cada uno tiene sus ídolos, ¿verdad? Si estás leyendo estas líneas, seguro que alguno de los tuyos tiene cuatro ruedas. En mi caso, la mayoría, pues hace tiempo que dejé atrás el baloncesto. Al contrario de lo que podrías pensar, una buena parte de esos ídolos no llegan de casas tan conocidas como Ferrari, Lamborghini o Porsche. No soy estúpido, no. Me apasiona el Ferrari F430 Scuderia. También el Lamborghini Aventador SV. Por no hablar de mi querido Porsche 911. Pero los deportivos ligeros, como el Toyota GT86 o el Mazda MX-5, tienen un pedacito de mi corazón. Y bien grande, ¿eh?
Sigue siendo único
El deportivo ligero es un concepto que todos deberíamos tener guardado en nuestro garaje, en la interpretación que desees, pero preparado para esos días grises, en los que no sale nada. Carrocería compacta, peso contenido, motor potente, tracción trasera… No sé qué es para tus oídos, pero para mí estas palabras juntas animan más que la letra de La Macarena. No hacen falta 300 caballos de potencia. No, porque aquí lo que importa es el peso. Y no, no hace falta la comodidad en carretera de un