Un nuevo escándalo de tamaño cuasi estratosférico se cierne sobre el sector del automóvil europeo. La semana pasada se destapaban los manejos que durante años han estado ejecutando los grupos BMW, Daimler AG y Volkswagen (con Audi y Porsche incluidas). Las prácticas que realizaron iban en contra de la libre competencia, pues pactaron acciones en aspectos tan delicados como desarrollo de mecánicas diésel y los métodos para deshacerse de la contaminación. Sin embargo, esta historia podría llevar adosada otras que no se sabe muy bien como acabarán.
Una de ellas es la que se da entre BMW y Daimler AG. Ambos grupos alemanes llevan trabajando juntos desde hace muchos años y su colaboración se centra, básicamente, en el área de componentes. Además, hace poco comunicaban que su colaboración se extendería al desarrollo de una red de estaciones de carga para sus coches eléctricos que debería estar operativa de cara al año 2020. Sin embargo, todos los trabajos parece que se habrían congelado según habría informado el diario alemán Süddeutsche Zeitung.
Si hacemos memoria (no hay que retrotraerse mucho en el tiempo) el escándalo que habla sobre prácticas colusorias entre BMW, Daimler AG y Grupo Volkswagen ha sido destapado por las dos últimas. La primera no ha dicho esta boca es mía, pero una vez admitida la culpabilidad por parte de los otros actores, poca defensa cabe para la primera. Esta situación se habría trasladado directamente al acuerdo de colaboración que tienen entre BMW y Daimler AG.
Este movimiento se percibe como la represalia natural por parte de un socio traicionado. BMW se habría visto, por sorpresa, con el culo al aire tras destaparse el caso de corrupción y congelar este programa de colaboración habría su reacción. Lógicamente, el paquete económico que va a suponer para los tres grupos será elevado, pero por ahora, BMW