Tendremos que colgarnos una foto en la puerta de la nevera para ir acostumbrándonos porque la Federación Internacional de Automovilismo ha aprobado la implantación del Halo para la próxima temporada 2018 de Fórmula 1. El sistema triangular de protección al que algunos ya han bautizado como ‘Chancla’, se ha impuesto al resto de opciones que ha barajado la FIA en los últimos años, pero continúa siendo polémico entre pilotos y aficionados.
Cierto es que su colocación modifica notablemente la estética de los Fórmula 1 como los conocemos hasta ahora, pero también será cuestión de acostumbrarse. Y si finalmente el sistema fracasa, pasará a la historia junto a otros modelos de monoplazas singulares como el Tyrell P-34 de seis ruedas o el Brabham BT46.
No obstante, el sistema nos guste más o menos tiene un importante cometido: proteger la cabeza de los pilotos. La seguridad sigue siendo uno de los principales quebraderos de cabeza de la FIA y tras los graves accidentes vividos en los últimos años, era una de las asignaturas pendientes que tenía este deporte.
El Halo aún tiene mucho que mejorar para cumplir la función para la que fue diseñado. Más allá de que por su concepción, un accidente como el sufrido por Felipe Massa en el** Gran Premio de Hungría de 2009** no se podría evitar al 100%, aún quedan muchos flecos pendientes.
¿Conseguirán sacar al piloto suficientemente rápido del coche en caso de accidente? ¿Y si hay un incendio? ¿Va a afectar a la visión de los pilotos? ¿Puede ser causar accidentes? ¿Qué pasará si en un choque se daña el Halo? Hay muchas preguntas aún por responder antes de que los 20 pilotos de la parrilla salgan a disputar una carrera completa con él.
Por el momento, los comisarios se tienen que emplear duro en