Hemos visto restauraciones de todo tipo: a coches abandonados, clásicos deportivos que han vuelto a la vida… pero ninguna de un coche de juguete. Los Hot Wheels se han convertido en un preciado objeto de coleccionista (¿recuerdas aquella caravana Volkswagen de 150.000 dólares?) y en protagonistas de espectaculares películas repletas de efectos especiales y saltos acrobáticos. Y también son objeto de restauraciones.
Motor 1 nos trae el vídeo de una restauración que parece imposible: una empresa especializada en vehículos reales se ha puesto manos a la obra con un Camaro de 1968 de juguete al que el paso de los años no ha tratado muy bien.
Nivel máximo de paciencia
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Si tenemos en cuenta que se trata de un juguete que costó en su tiempo un par de dólares (tal y como desvela el locutor del vídeo), con el capó roto y que está cubierto de óxido y golpes, lo de proceder a restaurarlo suena a tarea que te plantearías únicamente en el caso de ser un gran aficionado con altas dosis de paciencia y maña.
Redline Restoration, una empresa conocida por la restauración de coches clásicos reales, se hizo cargo de la tarea. El primer paso es separar el cuerpo del modelo de su chasis, y despojarlo de su pintura original, azul y desconchada.
Ambas partes se sumergen en un vaso lleno de ácido fosfórico al 75 % durante unos segundos para eliminar la mayoría de la oxidación, y