La idea de crear un automóvil biodegradable no es nueva, y de hecho ya experimentaron con ella en la Universidad de Warwick (Reino Unido) hace una década, con este monoplaza. Diez años después, estudiantes de la Universidad de Eindhoven, en Países Bajos, presenta un «dulce» proyecto llamado Lina, fabricado con materiales biodegradables casi por completo.
Este prototipo urbano de cuatro plazas, obra del equipo de estudiantes TU/ecomotive, utiliza materiales biodegradables para el chasis, la carrocería y el interior. Según sus artífices, la principal ventaja del uso de este tipo de materiales, además de su descomposición en elementos químicos naturales, es la ligereza del conjunto, y por tanto su eficencia.
Y es que la búsqueda de la máxima eficiencia en el mundo del automóvil ha empujado a estos estudiantes holandeses a buscar alternativas a materiales como el aluminio o el carbono, ampliamente utilizados en la industria, que si bien son ligeros, necesitan entre cinco y seis veces más energía para ser procesados que el acero, por ejemplo.
TU/ecomotive emplea una combinación de resinas y plásticos biodegradables para el chasis, fabricados a partir de la planta de lino, con una relación entre peso y resistencia similar a la del a fibra de vidrio, pero creados de manera más sostenible. Además, entre capas de este compuesto de lino se incorpora un núcleo de plástico (PLA) para aportar rigidez, obtenido enteramente de la remolacha azucarera.
Propulsión eléctrica, también
Como no podía ser de otra forma, el sistema de propulsión de Lina es eléctrico, y está formado por dos motores que envían su fuerza únicamente al eje delantero y un conjunto de baterías modulares (tres) de iones de litio, para una potencia de 7,5 kW (10 CV) y un par máximo de 137 Nm.
Con esto, el vehículo es capaz de alcanzar entre 80 km/h y 85 km/h, velocidad más