Vamos a jugar a una especie de juego de rol. Imagina que eres un ladrón, no uno de esos molones con Brad Pitt en ‘Oceans Eleven’, sino uno normal y corriente, de andar por casa en una pequeña ciudad de unos 30.000 habitantes. De vez en cuando pegas un hurto por aquí, robas un coche viejo por allá, traficas con móviles falsificados y, de paso, trapicheas con algo de droga.
Pero quieres algo más, eres ambicioso. Quieres darle un giro a tu carrera como gangster y que tu entorno esté orgulloso de ti por tus logros. Así que decides ir a lo grande y escoges robar el mejor coche de todo Marshalltown: un precioso y ultra exclusivo Ford GT40 réplica de 1966 con decoración amarillo y negro.
No, usar un GT40 como coche de mafioso no es buena idea
Dicho y hecho, consigues robar el preciado coche a un coleccionista llamado Steve Salasek y para que nadie lo reconozca decides que hay que darle una mano de pintura al más puro estilo ‘Grand Theft Auto’. ¡Eres un crack! Ahora es negro, nadie podrá reconocerlo y pasará desapercibido entre el resto de coches de la ciudad.
Bueno, eso fue exactamente así hasta que se le vino el mundo encima a Patrick Allen Chamberlin, el sospechoso de tamaña fechoría. Tras robar el martes pasado el GT40 a Salasek, la policía del condado de Marshall emitió un comunicado público a través de las redes sociales para buscar la colaboración ciudadana por si alguien viera el coche.
Patrick será ambicioso pero no tiene muchas luces, así que se dedicó a pasearse por la localidad como si el motor V8 de casi 5 litros del GT40 y su inconfundible silueta fueran el culmen de la discreción. En realidad