Recuerdo de pequeño cuando corría a ver el marcador de ese coche que acababa de aparcar en la plaza de mi pueblo. No puedo olvidar como alucinaba cuando podía leer 260 km/h o incluso 280 km/h en el cuadro de instrumentos. Con el tiempo entendí que el velocímetro no estaba en todos los casos relacionado con la velocidad máxima, y que a pesar de marcar 240 km/h ese coche en la mayoría de ocasiones no llegarían a los 210 km/h. En este caso, todos los modelos de los que hablamos superan los 250 km/h, pero por alguna razón están limitados a esa velocidad. ¿El motivo? Sigue leyendo…
Aunque pienses que es en la actualidad cuando más importancia se le da al medio ambiente, el compromiso por el mundo ecológico nace hace varias décadas. Si bien, es cierto, que hasta este nuevo siglo los gobiernos de diferentes países no han aprobado normativas más restrictivas, motivo por el cual nació el temido para los puristas “downsizing”. En Alemania, allá por los años 70, varios colectivos presionaban al gobierno para que endureciera las leyes en protección del medio ambiente, naciendo organizaciones como El Partido Verde.
Esta misma organización aseguraba que la contaminación del país estaba directamente relacionada con la velocidad en las Autobahn, las conocidas autopistas alemanas en donde no hay velocidad limitada. El Partido Verde exigió poner una velocidad máxima a este tipo de vías, una petición que finalmente no llegó a aprobarse. Pese a ello, las empresas dedicadas al mundo del motor tomaron nota, y organizaron diferentes reuniones para llegar a un acuerdo.
Aunque las cosas no serían tan sencillas y debían de pasar unos diez años para que el acuerdo se hiciera oficial. En solo una década, la velocidad máxima de los coches alemanes había aumentado notablemente, con coches como el BMW M5