Hasta ahora el Jaguar F-Type se ha caracterizado por ser uno de esos pocos coches puros que quedan en el mercado. Un deportivo real, con un estilo moderno muy personal con bellas reminiscencias del pasado, un interior lujoso y un comportamiento dinámico a la altura de sus motores de ocho o seis cilindros en uve.
Este 2017 llega al F-Type un hito en su historia con la adopción de un motor Ingenium de 2.0 litros y cuatro cilindros en línea turboalimentado, un downsizing en toda regla con 300 CV que descompuso a los más puristas con su anuncio, pero ¿hay razones para ello? Pues no. No nos llevemos las manos a la cabeza antes de tiempo porque no es una idea tan descabellada como hemos podido comprobar.
Jaguar F-Type 2.0, un viejo conocido con nuevos secretos
Acabamos de empezar y ya vamos por la enésima vuelta al rededor del Jaguar F-Type; es difícil cansarse de mirar cada detalle. Sigue siendo un modelo joven pero ya sabemos que será uno de esos coches perennes cuyo diseño sólo mejora con el paso de los años.
Exteriormente hay pocas, muy pocas diferencias entre los distintos modelos de la gama (a excepción de los más radicales 400 Sport y 5.0 V8). Las líneas puras cargadas de diseño británico se dejan notar sin ningún tipo de pudor. Es un coche claramente inspirado en la época gloriosa del automovilismo en la que nacieron maravillas como el cotizado Jaguar E-Type.
Es difícil que el diseño del Jaguar F-Type pase de moda. Su aspecto es imponente y elegante por igual
El frontal es muy agresivo con un capó infinito que cae hacia la parte delantera escoltado por dos grandes faros rasgados y presidido por una gran parrilla central con el amenazante logo del felino en su interior. A los lados, dos tomas de refrigeración