Lo sucedido en los últimos años nos ha llevado a vislumbrar el futuro en clave eléctrica. Hablamos del fin de los diésel, de híbridos, incluso del fin de los motores de combustión, de eléctricos, de hidrógeno, y de un sinfín de tecnologías. Pero por suerte no todo está perdido. El motor de combustión interna se resiste a morir y ahora es Toyota la marca que, en tanto adalid de la hibridación, parece estar avanzando en una línea tan interesante, como inexplorada, la del motor de compresión variable. Toyota habría diseñado un nuevo sistema que permitiría variar la compresión de un motor, con todas las ventajas que ello conllevaría. Desconociendo, de momento, si esta tecnología aterrizará en uno de sus motores, sí sabemos que Infiniti ya está a punto de comercializar una tecnología similar, aunque basada en un dispositivo diferente. ¿Cómo funcionaría este motor de compresión variable de Toyota?
¿Por qué un motor de compresión variable?
La obsesión por lanzar un motor de compresión variable viene de lejos. El gran problema de estos motores, que bien podríamos considerar como uno de los Santos Griales de la ingeniería mecánica, viene de la complejidad de conseguir un dispositivo fiable, y viable, que permita variar la relación de compresión. Antaño, ya hubo marcas que lo intentaron, como Saab (ver motor de compresión variable de Saab). Pero hasta ahora no habíamos visto ningún plan realista para llevar a cabo su producción en serie, más allá del recientemente presentado por Infiniti (ver motor de compresión variable de Infiniti).
La razón por la cual es tan interesante la compresión variable no es otra que conseguir un motor que pueda alcanzar una relación de compresión alta para maximizar su eficiencia, sin que se produzca el fenómeno de detonación, y a la vez, pueda reducir su relación de compresión para ofrecer una