Esa franja negra difuminada con puntitos negros y que rodea los parabrisas y las lunas fijas de nuestros coches es algo en lo que probablemente nunca te hayas fijado. Está ahí, lo ves pero no le das importancia. Probablemente, piensas que está por una mera cuestión estética y como no es algo que afecte el funcionamiento del coche, pues pasamos de ello.
Sin embargo, todo tiene una explicación. Gracias a Jalopnik, tenemos la respuesta a una pregunta no nos habíamos planteado (o quizá sí). Sea como fuere, he aquí la explicación del porqué.
Todo es cuestión de fritas
La frita (nada que ver con las fritas, es decir, las patatas/papas fritas) es el nombre que recibe esa franja negra que rodea las lunas fijas de nuestros coches. Según la definición de la Asociación Nacional de fabricantes de fritas, esmaltes y colores cerámicos, la frita es “una mezcla de sustancias químicas inorgánicas obtenida por enfriamiento rápido de un fundido, que es una combinación compleja de materiales, convirtiendo las sustancias químicas así elaboradas en compuestos vítreos insolubles que se presentan en forma de escamas o gránulos”.
Resumiendo, es un material de tipo vidrio resultado de un proceso de fundido de una mezcla en un horno de fusión y su posterior enfriamiento repentino en agua. En su forma más fina se aplica como si fuese una pintura cerámica.
Antiguamente, cuando el parabrisas y otras lunas se instalaban en el coche éstas iban sujetas en un marco rodeado de una junta (para la estanqueidad y evitar las vibraciones), el cual se remataba por fuera a menudo con listones cromados. Con el tiempo, los fabricantes empezaron a emplear colas para mantener las lunas en su sitio.
Y es donde la frita se hace necesaria. Ésta protege el pegamento, que también actúa como aislante, de los rayos UV que