El Citroën C4 Cactus ha sido uno de esos lanzamientos cuyo éxito cogió desprevenidos a la propia marca. Desde que se lanzara al mercado en 2014, sus ventas superaron a las del Citroën C4, el “modelo padre” del compacto francés de bajo coste. El Citroën C4 es un producto ya muy veterano en la marca de los chevrones: su lanzamiento ocurrió hace más de 7 años y sus ventas hoy por hoy se limitan a flotas de empresa y unos pocos particulares despistados. La renovación del Citroën C4 Cactus la pasada semana ha firmado la sentencia de muerte del Citroën C4, que pronto dejará de venderse sin un sucesor anunciado.
Fue el medio británico Autocar el primero en anunciar la desaparición del Citroën C4. El propio Xavier Peugeot – jefe de planificación de producto del Grupo PSA – anunciaba en la presentación del Citroën C4 Cactus que la producción del veterano C4 será detenida de forma inminente, liberando capacidad productiva para el Cactus. En sus declaraciones al medio británico, Xavier Peugeot reconocía que “el diseño del Citroën C4 llevaba ya siete años en el mercado, y tuvieron que tomar una decisión al respecto”. No podemos culpar a Citroën de esta decisión, a todas luces lógica y sensata.
El lenguaje de diseño del Citroën C4 estaba ya fuera de sintonía con el de lanzamientos recientes, como el Citroën C3 o el Citroën C3 Aircross.
El Citroën C4 era la alternativa de Citroën a superventas como el Opel Astra, el Hyundai i30 o el Peugeot 308, todos ellos renovados recientemente, con diseños frescos y cargados de tecnología a la que el veterano C4 ya no podía aspirar. El Citroën C4 muere sin más sucesor designado que el Citroën C4 Cactus, que siempre fue considerado un producto diferente, y que tras su actualización gana