Ford acaba de presentar uno de los planes estratégicos más ambiciosos de su historia más reciente. Y su objetivo no es otro que romper las barreras que a menudo se forman en uno de los fabricantes más grandes del mundo, con una gama compleja, que busca ser más competitivo y, sobre todo, responder con mayor rapidez y efectividad a los retos que plantea el futuro. De un vistazo a su plan ya podemos asegurar que en el futuro Ford tendrá menos turismos, y una gama más sencilla, pero habrá más SUV, y que su inversión en tecnologías como la combustión interna se reducirá para potenciar la electrificación, o el coche conectado. ¿Pero cómo se llevarán a cabo todos estos cambios?
El proyecto de Ford, y los cambios planteados, comienza desde el mismo instante en que se desarrolla un automóvil. Ford espera que con las nuevas tecnologías, o la reducción de prototipos, el proceso de desarrollo se acorte en el tiempo un 20%.
La reducción de costes, y la reubicación de algunas inversiones, servirá para potenciar el desarrollo de eléctricos y coches conectados. La nueva generación de Ford Focus para Estados Unidos, por ejemplo, se fabricará en China. Se potenciará aún más el enfoque global de sus productos y centrarán las inversiones en aquellos que sean más rentables, y en los mercados con mayor margen de crecimiento.
Ford quiere ser capaz de responder a una necesidad del mercado con mayor premura, acortando el proceso de desarrollo de sus nuevos productos
Ford quiere una gama más sencilla
La cantidad de opciones disponibles para un mismo modelo son un problema que reduce su rentabilidad. Ford mencionaba un ejemplo muy claro, el del Ford Fusion – el Ford Mondeo para Estados Unidos. Actualmente el Ford Fusion puede configurarse en 35.000 combinaciones diferentes. Su sucesor verá reducidas estas combinaciones a