Hace poco que Porsche ha presentado el 911 Carrera T, la última versión en la gama de su modelo más icónico, un coche que busca la pureza de los modelos del pasado abogando por reducir el peso lo máximo posible, con una potencia comedida (en el contexto del Porsche 991) y el equipamiento necesario para aportar las máximas sensaciones. El nuevo 911 Carrera T es el sucesor, en teoría, de un modelo que Porsche lanzó hace ya unas cuantas décadas, el 911 T. ¿Pero tienen algo que ver? ¿Qué queda hoy de la filosofía del 911 T original?
En el mes de septiembre del año 1963, Porsche presentó en el Salón Internacional del Automóvil de Frankfurt el sucesor del 356: el Porsche 901. Un año más tarde comenzaría a producirse en serie y poco después pasaría a llamarse 911. Inicialmente el 911 se comercializó con un motor bóxer de seis cilindros, 2 litros de cilindrada y 130 CV, aunque no tardarían en llegar versiones más potentes como el 911 S. Esta versión -la primera en la que un 911 vistió las llantas Fuchs- estuvo en el mercado entre 1967 y 1973 y, además de incorporar más equipamiento, llegó a alcanzar los 190 CV de potencia durante su vida comercial.
El Porsche 911 T se lanzó en 1968 y se convirtió en el 911 de acceso a gama. Llegaba como sustituto del 912, que a su vez fue un recurso de Porsche para ofrecer un coche con la estética de un 911 y el motor del 356
El salto entre el 356 y el 911 fue importante a todos los niveles, incluido el precio. Por eso Porsche lanzó en 1965 el Porsche 912, que era esencialmente un 911 menos potente (tenía el motor de cuatro cilindros del 356, rebajado de los 95 a los