Cuando un fabricante desarrolla un nuevo vehículo es habitual que su departamento de I+D se haga con modelos rivales, ya sea para compararlos o bien desmontarlos y ver qué solución aportó la competencia a un determinado problema. Algunos compran el modelo directamente a la marca rival y otros lo hacen vía un particular para que no se sepa.
Daimler, en el desarrollo de su gama eléctrica Mercedes EQ habría, según cuentan en Spiegel, utilizado un método menos habitual y sobre todo un tanto tacaño para hacerse con un Tesla Model X.
Manfred, ve a por un coche…
Que un fabricante se haga con coches de la competencia para compararlo o desstriparlo mientras desarrolla el suyo es habitual en la industria. Muchas veces, una marca compra el coche de un rival para saber si se han enfrentado igual a un mismo problema o simplemente para saber si llevan ventaja o retraso sobre ese rival. Las razones para hacerse con uno son variadas.
Pero cuando una marca se adentra en un segmento totalmente nuevo para ella o en el que hace décadas que ya no estaba presente, es aún más común que mire cómo está la competencia. A veces se esconden al hacerlo, como Honda que para el desarrollo del NSX se hizo con un Porsche 911 comprado vía un particular, pero en Porsche se dieron cuenta… Otras veces no se esconden, como Ford que abiertamente compró un Tesla Model X, aunque pagó 55.000 dólares más que el precio de venta oficial.
Es habitual en la industria que un fabricante destripe el producto de la competencia.
Mercedes-Benz también mete mano a coches de la competencia, pero para el desarrollo de su primero modelo EQ, su SUV 100 % eléctrico, no compró un Tesla Model X. Según cuentan en Spiegel, alquiló para varias semanas el Tesla Model X